OLE, OLE, OLE... CAMPEÓN, CAMPEÓN!! (Segunda Parte)

O lo que es lo mismo:

La Segunda Parte de mi crónica desde el Azteca

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Con el pasar de los minutos, los cantos de "En dónde están, en dónde están", "El que no brinque es charrúa maricón", y los "olés", combinados con los gritos de "México, México" y el 'Cielito Lindo' hacían un ambiente de fiesta en las tribunas.

Justo cuando llegábamos al minuto 90 con el anuncio de 4 minutos adicionales, el Azteca -incluído un servidor- cantaba "Ole, ole, ole, ole... campeón, campeón" agitando banderas y camisetas, hasta que al 92', Giovani Casillas cambió los cantos por otro grito de "Gol", que sentenciaba más, un partido que ya estaba sentenciado, haciendo que el grito fuera mucho mayor que el anterior.

Cuando cayó ese gol de Casillas, estábamos ya todos de pie sobre las butacas y apoyándonos unos con otros. Mi playera verde estaba siendo agitada por mi brazo derecho, de hecho, Borre y yo lucíamos ya nuestras camisetas de Necaxa. El árbitro noruego pitó el final del partido y con ello oficializó el segundo titulo Sub-17 de la Selección Nacional dando pie de nuevo a los cantos de "campeón, campeón".

La celebración en las tribunas era total mientras se preparaba todo para hacer entrega de los reconomientos tanto al Tercer Lugar, Subcampeón y por supuesto el Campeón, así como premios individuales entregados a algunos jugadores, entre ellos, uno para Jonathan Cubero, portero de Uruguay quien recibió una rechifla impresionante, quizá solo por ser el portero. Alemania subió a recibir sus medallas en medio de aplausos y Uruguay lo hizo incluso con un grito de 'Uruguay, Uruguay' por parte de los aficionados que los abuchearon durante 90 minutos.

Llegó el momento del campeón, uno a uno los jugadores de la Selección Mexicana fueron pasando por sus medallas. El último en pasar fue, como siempre, el capitán del equipo, Antonio Briseño quien recibió su medalla, se abrazó con algunos de sus compañeros y fue llamado por Joseph Blatter. Ahí llegó el momento esperado: Blatter le entregó la Copa al Presidente Calderón y este a su vez se la entregó al capitán de la selección Sub-17, quien la levantó en todo lo alto para que el estadio entero celebrara y el ambiente se llenara de papeles plateados que daban la impresión de tener un ambiente lleno de diamantina.

Si, México había conseguido por segunda vez un título mundial en la categoría Sub-17, y esta vez lo había conseguido en un marco que será dificil de igualar, lo hizo en casa, y lo hizo de manera invicta, ganando los 7 partidos que disputó a lo largo del torneo. Vimos la vuelta olímpica a solo unos metros de distancia. Terminó la fiesta, y terminó de la mejor manera en que podía hacerlo.

Era momento de buscar la salida, poco a poco fuimos avanzando hasta estar de nuevo en la explanada del Estadio Azteca sobre Calzada de Tlalpan y ahí, la lluvia que respetó la noche del título pese a las nubes negras que amenazaron durante toda la tarde, hizo su aparición.

Empapados por la lluvia, recogí mi 'caché' mexicano y ahí me dí cuenta que fue mejor haberlo dejado encargado en un lugar seco y protegido por una bolsa de plástico. El tráfico de personas sobre la rampa que atraviesa Tlalpan era lento y los que no se habían mojado se empaparon ahí, eso si, bromeando unos con otros, conocidos con desconocidos. Pese a la lluvia, el resultado hizo que el buen ambiente y la camaradería fuera tal que nadie se quejó nunca de la lluvia, después de todo no podíamos quejarnos por unos minutos cuando no nos habíamos quejado durante toda la tarde.

Comenzó el camino de regreso a casa no sin antes hacer escala en casa de Borre para cambiarnos y sacudirnos con ello un tanto el frío que el viento y la lluvia traían consigo. Pero como dije, no era hora de quejarnos, después de todo acabábamos de ver a México coronarse Campeón del Mundo.